Sucumbiendo ante lo obvio

and one day, goodbye will be…

Hace unos días me di cuenta que una de las cosas que menos me gustan de un libro es cuando en alguna parte del relato se sentencia la ausencia de un personaje, advirtiendo que no va a aparecer más. Puede estar escrito de mil maneras distintas, pero el fraseo no se aleja mucho de «y esa fue la última vez que se vieron».

Odio ese ruido, y lo odio por lo artificial que es. Nosotros nunca podemos hacer eso en nuestras vidas, y sacando a la muerte del medio, es muy raro que sepamos que nunca más va a volver a pasar algo, o que nunca más vamos a ver a alguien; por eso para mí las despedidas apestan, me desconecto sin decir chau, los aeropuertos me hacen llorar a lagos, y a completos extraños les digo «hasta luego» cuando me voy. Cerrar puertas para no abrirlas más es algo que, en mi caso, me resulta más dificil de lo que le resulta a mucha gente. No me molesta dejar de ver gente o perder frecuencia con ellos, me molesta verbalizar que eso está sucediendo.

Acá hay un blog, que hace mucho está abandonado, así que vamos a dejarlo del todo. Por cualquier cosa me encuentran acá:

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y como me hago el que saco fotos, también estoy acá
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merci.-

Tips de mejor amiga

Responder mensajes de texto no correspondidos por parte de uno con el emoticón carasonriente.

De esta manera ni mentimos, ni negamos, ni ignoramos.
 

Santiago

Ir caminando por calles nuevas para vos a la tarde, para que un hombre de dudosa higiene, con una mochila llena de tijeras de podar empiece a caminar a la par tuya, te empiece a contar que mañana vuelve a la cárcel, te pida plata para algo, y que al negarte se vaya como si nada, te hace sentir dueño de esa falsa sensación de seguridad cuando estás en modo turista, lejos de tu casa.

Prioridades

Apenas me mudé adonde vivo ahora, en la primer fiesta que hubo acá, se rompió una llave de gas, y desde ese entonces hay una pérdida chiquita. Ese entonces fue hace tres años, y recién hoy lo arreglaron.

Hace una semana se rompió el enchufecito del baño, lo cual hacía posible usar el secador de pelo. Fue la semana más larga de mi vida y fue prioridad uno conseguir a un electricista. Ya está todo bajo control.

compramos una cesta de bejuco en el puerto y el mono vino adentro!

Tenía ocho y estaban haciendo reformas en mi casa vieja, y para eso trajeron muchas maderas que compraron lejos, para hacer algo en el techo. Pero las maderas eran muchas, venían apiladas y viajaron de lejos con un bicho, que era grande y raro, como un escarabajo pero más raro. En casa lo agarraron, lo metieron adentro de un vaso y se fueron corriendo a llevarlo al museo, ahi le dijeron «uy, este no lo tenemos» y les dieron las gracias a mi familia y se pusieron contentos, y pusieron al bicho en esa parte del museo de ciencias naturales donde están todos los bichos con alfileres en la espalda, para que no se escapen. Después de que me contaron esto fui muchas veces al museo, siempre esperando reconocer a ese bicho, pero como nunca lo había visto siempre buscaba al que parecía más nuevito, o el que tenía el alfiler menos oxidado.

Nunca supe si esto fue verdad, si me decían que una rata me dejaba plata por cada diente que se me caía, es probable que esto sea otra mentira, para que vaya al museo entusiasmado.